
Por Patricia Martínez
La naturaleza de la Península de Yucatán es bella, bondadosa, buena, vasta…sería imposible resumir en pocas líneas la exuberancia e importancia de éste espacio, que se encuentra entre los más ricos del mundo. También es importante decir que, quien ha tenido un encuentro con la naturaleza silvestre, sabe de lo que se habla al decir que pertenecemos a la Tierra, estamos enraizados a ella y es nuestro origen.
Por lo tanto, en esta ocasión nos limitaremos a abordar dos temas de gran relevancia para quienes radican en Quintana Roo, uno de los tres estados que conforman la Península de Yucatán, el Tren Maya y el arribo masivo de sargazo a costas del Caribe mexicano, problemas cuyas obras gubernamentales han tenido repercusiones en todos los ámbitos a través del tiempo, y que están vinculados de manera sutil.
¿Han escuchado sobre Narciso? Es una historia en la mitología griega de un joven que se enamoró de su propia imagen, y acabó por arrojarse a un cuerpo de agua al reflejarse en ese espejo cristalino y se ahogó. Cada vez se percibe esto como una realidad ante la arrogancia del ser humano de concebirse como centro del gran misterio de la vida, cuando en realidad solo es parte del todo. Recordemos las palabras del Gran Jefe Indio Seattle de la tribu de los Swamish a Franklin Pierce, entonces Presidente de los EE.UU.: “La Tierra no pertenece al hombre, el hombre pertenece a la Tierra. No fue el hombre el que tejió la trama de la vida, él es sólo un hilo de la misma. Todo cuanto haga con la trama se lo hará a sí mismo (1)”, se puede leer en el documento escrito en 1855.
Han pasado 167 años de esa misiva y cualquier ser humano que encuentre su conexión con la Madre Tierra puede enviarle este mismo mensaje al mandatario de la nación mexicana, quien por cierto sobrepasa sus facultades al pretender llevar a cabo la obra del Tren Maya sin contar con estudios pertinentes –aunque sabemos que es posible que los construya a modo -, generando un impacto ambiental y cultural a la región, ya que sólo toma en cuenta el “beneficio económico”, y no el deterioro a ecosistemas locales: acuífero, bosques tropicales, litoral costero y mar, así como todo lo que en ello cohabita, incluyendo 7 especies que forman parte de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN por sus siglas en ingles), más 8 especies enlistadas en riesgo en la Norma Oficial Mexicana-059 de la SEMARNAT.
Otro tema importante, y que considero es un golpe bajo a la defensa del territorio, es el Decreto de expropiación de terrenos en la Entidad por parte de la Federación en predios por donde se pretende pase el Tren Maya. Publicado el pasado 16 de febrero del 2022, se explica que 5 millones 355, 394.52 metros cuadrados de propiedad privada serán privados a cambio de una indemnización a los afectados con el propósito de llevar a cabo (sí o sí) el proyecto que forma parte del Plan Nacional de Desarrollo de la actual Administración Pública.
Este es un claro ejemplo de la gran sombra que refleja el antropocentrismo en México, en el que se mide el valor de nuestras tierras y su riqueza natural en pesos y en cubrir nuestras necesidades de satisfacción, cuando el llamado en nuestros tiempos actuales es a lo más profundo, preguntarnos si lo qué vamos a ser y hacer va a causar daño en el presente y en el futuro.
Considero que a quien gobierna México no le ha quedado claro los alcances dañinos del hombre en la naturaleza pese a las secuelas aún inmedibles, ocasionadas por la pandemia que generó el COVID-19, sin dejar de lado el triste, desolador y dañino escenario que se vive en el Caribe Mexicano ante las toneladas de alga marina que se aproximan al litoral.
Volvamos a las palabras de nuestros antecesores en la línea de vida y de tiempo: “Me parece inconcebible que una relación ética con la tierra pueda existir sin amor, respeto y admiración por la tierra, y una alta consideración por su valor. Desde luego que con valor me refiero a algo mucho más amplio que el mero valor económico; quiero decir, valor en el sentido filosófico (2)”, podemos leer en el ensayo La ética de la Tierra” de Aldo Leopold, quien propone que lo que es bueno tiende a preservar la vida y lo bello de la misma.
Por ello, nos seguimos preguntando ¿dónde están las buenas obras de nuestro gobierno con respecto a: alerta temprana; contención y recolección de sargazo en el mar; remoción en las playas; disposición en puntos de acopio; traslado y disposición en sitios de tratamiento y disposición final; aprovechamiento; evaluación de impactos, medidas de mitigación y restauración; formación educación y comunicación de la problemática; cooperación, normatividad, procuración de fondos/transparencia del manejo de los recursos; la organización intersectorial y seguimiento, evaluación y mejora continua de la problemática que se presenta con mayor impacto en uno de los estados que mayores divisas genera por la actividad turístico al país?
Claro está que hay prioridades para la federación, y ésta no es en beneficio de la comunidad, sino en beneficio de unos cuantos, de aquellos grupos que siguen engordándose los bolsillos a costa de la vida.
…en la historia de Narciso destaca la joven herida Eco, quien enamorada del egocentrista, es condenada a repetir una y otra vez su palabra. Ella desolada se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz.
En espera de que la defensa de nuestro territorio tome fuerza y su eco y voz se escuchen tan fuertes que las naciones enteras se sumen a esta lucha contra el poder fáctico.
REFERENCIAS
1) http://herzog.economia.unam.mx/profesores/blopez/valoracion-swamish.pdf
2) Aldo Leopold. “The Land Ethic”. En A Sand County Almanac with Essays on Conservation from Round River, Ricardo Rozzi y Francisca Massardo (traducción). Ballantine, Nueva York, 1966, pp. 237-264.