
Mientras la autodenominado Cuarta Transformación sigue pregonando su “austeridad republicana”, uno de sus personajes más estridentes, Gerardo Fernández Noroña, viajó a Estrasburgo en clase business con recursos públicos. Oficialmente, su presencia tenía como objetivo participar en una reunión con presidentes de parlamentos europeos; sin embargo, la coincidencia con su cumpleaños dejó entrever otro propósito: darse un respiro de lujo, alejado de la sobriedad que exige su discurso.
No obstante, a su regreso a México, las turbulencias políticas lo esperan. En el Senado de la República, su permanencia al frente de la Mesa Directiva enfrenta serios cuestionamientos. Por un lado, desde su propio partido, algunos ya le preparan la salida; por otro, el PRI ha solicitado formalmente su destitución, argumentando que no garantiza la imparcialidad ni el respeto a la pluralidad política. Asimismo, lo acusan de utilizar su investidura para proferir opiniones partidistas y fomentar un ambiente hostil dentro del recinto legislativo.
El Noroña de siempre: polémica y descontrol
Fiel a su estilo, Fernández Noroña sigue cavando su propia fosa política. De hecho, su más reciente exabrupto ocurrió al acusar a los colectivos de familiares de desaparecidos de sembrar prendas de vestir y calzado en el rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco. Con esta declaración, no solo minimizó el hallazgo de lo que podrían ser evidencias de un campo de exterminio, sino que también desestimó las denuncias con una retórica de sospecha.
Más preocupante aún fue la sincronía entre su discurso y el de un video atribuido al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en el cual se lanzaban acusaciones similares contra los colectivos de búsqueda. En este sentido, la coincidencia de mensajes dejó en el aire preguntas incómodas: ¿por qué Noroña parece replicar la narrativa de un grupo criminal? ¿A quién le sirve desacreditar a quienes buscan a sus desaparecidos?
Como era de esperarse, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) no tardó en reaccionar. A través de un posicionamiento público, fustigó las declaraciones del presidente del Senado, calificándolas de temerarias y carentes de empatía. Para el EZLN, el país no está blindado ante la violencia, como sugiere el oficialismo, sino que, por el contrario, enfrenta una crisis humanitaria cada vez más alarmante.
El declive anunciado
El mandato de Fernández Noroña al frente del Senado concluye el 31 de agosto, por lo que su relevo ya se perfila. En este contexto, en la lista de sucesores, Andrea Chávez Treviño, cercana a Adán Augusto López, busca la posición; sin embargo, su nombramiento genera resistencias tanto en la bancada oficialista como en la oposición.
Ante este panorama, las soluciones gubernamentales parecen ser meros paliativos. Se anuncian programas y políticas que, en la práctica, han sido letra muerta, mientras que los colectivos de familiares enfrentan ataques desde el poder, como si exigir justicia fuera un delito.
En conclusión, Fernández Noroña no ha sido más que un agitador sin estrategia, un provocador que confunde gritos con liderazgo. Aunque su desgaste es evidente, dentro del oficialismo aún no hay urgencia por corregir el rumbo. Mientras tanto, siguen disfrutando la resaca de su victoria electoral, ignorando que, entre más vacío el carruaje, más ruido hace a su paso.