
“Los abusos son todos compadres
unos de otros viven de la protección
que mutuamente se prestan”
Desde que me inicié en los temas de seguridad , hace ya unos 28 años, me sorprendían la cantidad de observaciones que hacía la Comisión Nacional de Derechos Humanos a las instituciones de seguridad en las que laboré, en los 3 órdenes de gobierno , donde la constante siempre era la misma “abuso del uso de fuerza” y lo que más me impresionaba aún, era como esas observaciones se turnaban con molestia a las direcciones jurídicas para su respuesta, sin que mediara algo más que un oficio burocrático o si acaso un curso de capacitación “aburridísimo” donde en 2 horas les echaban a los policías un “choro” sobre conceptos de derechos humanos.
Por mi formación más administrativa y pedagógica que policial, entendí desde entonces que era prioritario normar el uso de la fuerza en México, capacitar a las corporaciones en su conocimiento y uso, en el manejo técnico de todas armas que deben servir para tal propósito; en el entrenamiento diario de habilidades y por supuesto en la práctica supervisada de protocolos que exigieran un trato humano a la ciudadanía, en el entendido que la policía está ante todo para protegernos. En esta insistencia y hasta necedad, logramos junto con Gabriela Solís, compañera de batallas en la materia, crear el primer reglamento de uso de fuerza en el municipio de Solidaridad durante la administración de Carlos Joaquín González como presidente municipal y que contó por supuesto no solo con su liderazgo sino también con su entusiasta participación. Este logro desafortunadamente quedó en el papel y más tarde en el olvido, como suele suceder por los cambios de administración no solo en nuestro bello municipio de Solidaridad sino en todo el País.
Con el recién creado municipio de Tulum, este proyecto de Reglamento de uso de fuerza fue acogido por el cabildo quien hizo lo propio para autorizarlo y ordenar su puesta en funcionamiento. Imaginan ustedes la gran sorpresa que me llevé al ver las fuertes imágenes donde una policía da muerte a una mujer salvadoreña, al ser sometida, precisamente en el municipio que reglamentó por primera vez en todo el país el uso de la fuerza. Ese día además de tristeza ante esa terrible tragedia, me enteré que todo el trabajo había sido en vano y que una vez más ese reglamento no había pasado del cajón del algún director de la policía.
Muy lejos ha quedado la policía de su descripción original: “Politeia” y, el término en latín que indica la idea de relación del ciudadano con el Estado; es decir, el derecho de ciudadanía y más lejos del que proponía el sabio Aristóteles, quien le encomendaba la procuración de la felicidad, con actos como la detención, ataque sexual y asesinato del joven José Eduardo Ravelo, de 23 años, a manos de policías municipales de Mérida, Yucatán, o el de Victoria Esperanza Salazar, La mujer salvadoreña en Tulum; o la muerte de la doctora Beatriz “N”, luego de ser detenida por elementos municipales en Hidalgo. Los 3 casos solo por citar los más recientes y de conocimiento común que muestran que las violaciones a los derechos humanos por parte de las policías son prácticas que no solo se mantienen vigentes, sino que van en” crescendo”.
Para que entienda, quien no esté familiarizado con este término, cuando hablo de uso de fuerza me refiero a todas las estrategias que debe usar un policía para pasar de las instrucciones verbales de convencimiento, a las acciones intermedias tales como las de sometimiento mediante uso de toletes o esposas-logrando el menor daño posible-hasta el uso del arma de fuego en casos extremos que lo ameriten. Esta acción requiere poner en práctica conocimientos, habilidades, hábitos y valores que no se logran con una capacitación en academia, sino con el entrenamiento y vigilancia constantes.
Lo más interesante de este asunto, es que el 27 de mayo del 2019, se publica por fin la Ley Nacional sobre el Uso de la Fuerza, que en su Capítulo establece que es de orden público, de interés social y de observancia general en todo el territorio nacional; y que tiene como fin regular el uso de la fuerza que ejercen las instituciones de seguridad pública del Estado, así como de la Fuerza Armada permanente cuando actúe en tareas de seguridad pública. El impacto de esta ley ha resultado nulo en las prácticas policíacas tal como lo hemos visto en las notas rojas que escurren de sangre, ¿el contenido de esta ley ya se habrá traducido en protocolos de actuación policial? ¿Estará incorporado ya a la currícula de las Academias policiales? ¿Cada policía tendrá las herramientas y armas intermedias para aplicar el uso progresivo de la fuerza? ¿Los policías conocerán siquiera que existe este reglamento y para qué sirve? ¿La ciudadanía conoce sus obligaciones ante esta ley?
Cómo lograremos esta mejora en la capacitación y en la protección de los derechos humanos de los mexicanos y de quienes nos visitan cuando a la par de este logro se elimina el Subsidio para el Fortalecimiento de la Seguridad Pública (Fortaseg), que se destinaba la capacitación, equipamiento e incluso programas de prevención en los municipios o cuando el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), dependencia que administraba el Fortaseg, tuvo un recorte de 94.5 por ciento —con respecto al de 2020—, y dejará a 286 municipios sin recursos adicionales para fortalecer sus capacidades en materia de seguridad, de acuerdo con información de la organización civil México Evalúa.
Serán los estados quienes deberán asignar mayores recursos a esta tarea, Por fortuna la capacitación en estas áreas requiere más de voluntad política, de una buena administración y de un rediseño de una curricular de capacitación con enfoque ciudadano. Mi gran solicitud para las nuevas administraciones es que le inviertan lo suficiente y de manera distinta a como se ha venido realizando. Los enfoques tradicionales de capacitación a la policía no solo no han dado buenos resultados, sino que son ¡PÈSIMOS! Ahí están los resultados a la vista de la ciudadanía. Invertir en capacitación no deja tan buenos dividendos, tampoco es tan emocionante como mostrar toda la parafernalia de cámaras, equipo o centros, pero trabaja sobre el único componente que es indispensable e irremplazable: el factor humano.
DE LA CALIDAD Y EFICIENCIA DE CAPACITACIÓN QUE LE DEN A NUESTRA POLICÍA, DEPENDERÁ LA CALIDAD DE ATENCIÓN Y LA PROTECCIÓN QUE NOS DEN A LOS CIUDADANOS. LOS SOLIDARENSES SE LOS RECONOCEREMOS.