
en la opinión de Elizardo Sánchez
En tiempos de inmediatez, de falta de tiempo para la reflexión y el pensamiento profundo que viene resintiendo la política desde que fue secuestrada por la mercadotecnia, el amenazar con retirar la membresía a algunos militantes, suena, por decir lo menos, hueco, falto de sustancia.
En días pasados estas amenazas vienen pendiendo sobre la cabeza de varios ex gobernadores priistas que perdieron sus estados en recientes elecciones y que, convenientemente, aceptaron propuestas diplomáticas de “difícil digestión”, ya que el servicio exterior mexicano ha sido tomado como un “premio de consolación y exilio dorado” a estos personajes.
Diferentes estudios se han realizado sobre el sentido de la diplomacia -arte y/o ciencia-, sus prácticas, resultados, consecuencias y los perfiles de quienes habrán de practicarla en representación de toda una nación; lo cierto es que los representantes deberán ser “los mejores” para relacionarse con pares y, sobretodo, proponer la mejor política exterior que la oportunidad reclame, en nombre y representación del estado mexicano.
No está por demás recordar las páginas de gloria que la diplomacia mexicana ha redactado y firmado para bien de la humanidad y de la región latino americana: desde las protestas de Isidro Fabela en la Sociedad de las Naciones -antecedente de la ONU- en contra de la anexión de Austria a la Alemania nazi “Anschluss”; el auxilio que brindó Gilberto Bosques a mas de 40,000 refugiados de distintas nacionalidades y credos ofreciéndoles residencia y nacionalidad mexicana, durante la segunda guerra mundial -Schindler palidece-; Alfonso García Robles y su aporte a la firma del Tratado de Tlatelolco para la no proliferación de armas nucleares, que a la postre le dio el Premio Nobel de la Paz -de los muy pocos que tiene nuestro país-; o el andamiaje de diálogo diplomático que creó Bernardo Sepúlveda Amor, junto con distinguidísimos intelectuales e internacionalistas, para la pacificación de los conflictos armados en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, que afectaba este último a territorio de Honduras y que sentaron las bases de los Acuerdos de Paz de Chapultepec que restituyó la normalidad democática en El Salvador y la deposición de las armas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.
Esos son, en muy breve y escueto resumen, algunos de los muchos logros de la diplomacia mexicana, la cual siempre ha sido referente y tema de estudio en las mas importantes universidades y foros especializados del mundo.
Ahora, la pregunta obvia sería: los propuestos en esta tanda de diplomáticos ¿reunen los requisitos que la coyuntura internacional exige en estos tiempos? O solo son premios que la ocasión local reclama para los nombrados.
En todo caso, son políticos que se deben a su partido al cual no le entregaron buenas cuentas, dejando, entre muchos pendientes, en la orfandad política a su militancia.
Sería mas sensato y productivo que retribuyeran, con trabajo y experiencia, en la reconstrucción de un instituto que cada vez es mas chico. No hacerlo, solo abona en adelantar su extinción; aunque sabemos el desenlace ya que la inmediatez del modelo de comunicación política permite apelar al olvido y a la reconstrucción simplista de cualquier perfil.