
De sobra conocido es el trato que AMLO le dispensa a aquellos que no piensan como él: la mafia del poder, los machuchones, los conservadores; en fin, aquellos que han sido borrados del espectro político que está construyendo la 4T. Para ellos, como dijera Juárez, “la ley a secas”.
Por eso resulta poco creíble la voluntad que le dispensa, a través de su Secretario de Gobernación, a Santiago Creel y que es visto por la mayoría como una abdicación de su rol de oposición.
Los primeros escarceos ya se dieron y AMLO los celebró, aunque ya le buscó una salida que opaca el “esfuerzo Creel” al llamar al PRI a esas mesas de diálogo. Que conste, nunca habló de negociación.
Al tener el “primer micrófono” de la nación AMLO puede imponer agenda, sobretodo cuando se enoja; en este caso ha optado por dejar correr el tiempo y ver que provecho le puede sacar a esta coyuntura.
Lo cierto es que ya le quitó todo impulso político al “esfuerzo Creel” desde el momento que tuvo una reunión con la cúpula empresarial y hasta se atrevió a decir: “que ven, la (contra) reforma, con buenos ojos” y hasta “le pidieron disculpas” por supuestos actos de corrupción del pasado; lo que, inaudito, solo se podrá ver en estos tiempos de transformación.
A pocos les quedan dudas de que la (contra) reforma eléctrica será posible con el voto intimidado de algunos opositores y que se judicializará en cuanto sea publicada. Esta será la misma ruta que han andado todas las disposiciones controversiales, y lamentablemente los que confiaron en acudir sin convocatoria e hicieron cosas sin que nadie se los pidiera, se quedarán con un palmo de narices.
Pero bueno, en política no hay sorpresas, hay sorprendidos.