
En la lucha por el poder político en México, es frecuente ver acciones, reacciones, conflictos y confrontaciones por los riesgos o afectaciones que perciben algunos líderes intolerantes a la crítica. El rechazo abierto ha llevado a muchos gobernantes al ejercicio inaceptable de la censura. O a la violencia en sus peores manifestaciones.
En otras palabras, el buen líder sabe que a la crítica sustentada no se le teme. Tampoco se ataca o descalifica a quienes ejercen con responsabilidad y valor su derecho a opinar. Por el contrario. La debe alentar y mantener, creando las condiciones para que fluya con absoluta libertad y respeto. De hecho, ninguna estrategia política debería ignorarla o concentrarse solo en los argumentarios para responderla.
La crítica seria y sustentada favorece la gobernabilidad, genera el debate y crea las condiciones para la confrontación civilizada en cualquier medio de comunicación. Mientras más esté presente en nuestras vidas, menos son las posibilidades de recurrir a la guerra sucia o a las campañas negras. Cuando a todo esto sumemos la utilidad que nos ofrece la autocrítica, será posible entonces afirmar que nuestra democracia en verdad está madurando.
¿Usted qué opina?
Los leo…