
En algún lugar de esta Ciudad, en los últimos días, escuché decir a los mal llamados “líderes de opinión” que las políticas públicas se hacen en gerundio, pues están en constante transformación y cambio. Lo cual, dicen se debe a que una política pública, en su definición más básica, es una intervención deliberada de las instituciones del Estado que aspira a resolver los problemas públicos.
Pero sin lugar a dudas, en nuestra sociedad local, donde hay tantas definiciones del problema, también existen distintas interpretaciones de los actores involucrados, de ahí, el proceso de toma de decisiones para los hacedores de políticas públicas no es una labor sencilla. Ahora habría que agregarle a la mezcla, los ingredientes de la incertidumbre, la volatilidad, la complejidad y la ambigüedad de los últimos años para sacar del horno un verdadero caos culinario y social. Un claro ejemplo es Solidaridad y le explico porque.
A medida que avanza la administración municipal que encabeza Lili Campos, nos vamos enterando de las “formas y maneras” en que se gestó el gobierno de su antecesora, donde se está confirmando lo que ya se sabía, el despilfarro millonario, fue el plan de trabajo que se aplicó. Dicho de otra manera, saquearon las arcas municipales a la vista de todos. Con ello, la sociedad, espera que las demandas penales procedan de inmediato, se cuenta con los elementos necesarios, al menos el discurso oficial, así lo señala.
Hoy, todo lo que brota de la administración que encabezo Laura Beristain y sus hermanos, se considera como corrupción. Se le olvido a quien, en la actualidad es la Décima Regidora en el cabildo de Solidaridad, que los procesos de transición entre un gobierno y otro, las posibilidades de ocultar información que pueda beneficiar a quienes abandonan el cargo, tarde o temprano sale a relucir. Ahora se entiende el porqué de su postura y enarbolar la bandera del “robo y fraude” de la elección del pasado 6 de junio.
Sin buscar, seguir ahondando en algo que en el avance de la actual administración municipal de Solidaridad, deja en evidencia que el cargo público se vuelve un tema aspiracional y los recursos del erario son el botín que, al parecer, muchos quieren alcanzar, ya sea para incrementar sus propias arcas o para utilizarlo directamente en la autopromoción. De ahí, el interés de aquellos que cada periodo electoral, aplican para obtener un puesto de elección popular del más alto nivel.
Por último, con lo ocurrido en varios de los municipios de Quintana Roo, con sus alcaldes, los cuales quedaron mal parados en lo que a finanzas se refiere, queda en evidencia, la necesidad de humanizar y ciudadanizar la política. Porque, como humanos, los gobernantes serán tan falibles como cualquier otro, por ello tendrán que reforzarse los mecanismos estadísticos que les ayudarán a tomar decisiones. Necesitamos también de ciudadanos activos, que observen, analicen, exijan, cuestionen. Sin este binomio, seguiremos con gobiernos incapaces o inexpertos, superados por la realidad o desinteresados totalmente de ella. En ese marco, no importará por cuántas supuestas soluciones votemos, las cosas simplemente no van a cambiar.
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