
En una democracia como aquella a la que debería aspirar todo país civilizado, debe ser muy difícil ser identificado como un miembro activo y hasta seguidor de Morena en los días recientes. No es para menos y Quintana Roo, es uno de esos casos complejos, donde muchos de los personajes que hoy conforman las filas del morenismo estuvieron identificados en los gobiernos emanados del PRI y del PAN, y en general de cualquier forma de poder existente. Si revisamos las últimas tres décadas en la historia del estado, entenderán a queé me refiero.
De ahí que, la gran dificultad para los que hoy en día se identifican con Morena, sean funcionarios, militantes o seguidores, es que tienen, casi literalmente, todo el poder en sus manos. Mientras que, desde lejos, eso puede parecer una bendición, en la práctica conlleva muchas responsabilidades y muchos riesgos que deberían tenerse en cuenta en aras de la congruencia, la sana política y el bienestar de la sociedad.
En otras palabras, el riesgo está en transformarse en todo aquello que criticaron y contra lo que pelearon durante décadas; algo que incluso sería contradictorio con sus ideologías políticas (que no las personales), y que rompería esa burbuja de honestidad valiente bajo la que todavía hoy dicen vivir. De ahí que, lo que podría parecer como el camino pavimentado hacia la gloria política, puede convertirse rápidamente en un callejón sin salida para Morena y sus seguidores, quienes hoy siguen con las campanas al vuelo, hablan de carro completo, cuando aun no empieza el proceso electoral del 2024.
Podrán preguntarse los lectores ¿dónde está la dificultad a la que alude el título de este análisis? Si a nosotros o a los personajes aludidos nos cuesta trabajo verla, partimos de una inocencia que podría presumirse como perjudicial para la democracia. Por lo cual, para quienes hasta el 2018, eran la oposición en Quintana Roo, alcanzar la visibilidad y, hay que decirlo, el poder que representan la multiplicidad de cargos recibidos llegó a manera de recompensa por todos sus años de lucha, o así quieren verlo.
Por lo que, bien harían, por empezar con saber cual es electorado propio, y cuáles son sus exigencias, es fundamental para sostener cualquier proyecto político. Es muy posible que la estrategia de “nadar de a muertito” para trepar en el mundo de la política ya no surta efectos, porque actualmente está se encuentra en un momento diferente en México y Quintana Roo. Y no andar con la rebatinga por los puestos de representación popular que estarán en juego en las elecciones del 2024.
Lo cual no es exclusivo de Morena, todos los partidos políticos han comenzado a agitar las aguas por sus militantes o simpatizantes para ser candidatos en unos comicios que a pesar de lo que dicen la mayoría de las encuestas de que, el partido en el poder tiene la delantera, lo cierto es que la moneda está en el aire por el tremendo desgaste que representa gobernar.
Para finalizar, solo me restar preguntar ¿cómo no hemos sido capaces de construir clases políticas responsables y eficientes? Al final, culpamos a los políticos, pero, la responsabilidad es de toda la sociedad.
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