
Dad a las personas afecto y seguridad, y ellas darán afecto y serán seguras en sus sentimientos y sus comportamientos/ Abraham Maslow.
La nuestra es una sociedad que produce inseguridad de manera masiva. Somos un pueblo en extremo violento. Si piensan que exagero revisen el Estudio Mundial sobre Homicidio 2019 de las Oficinas de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) que establece que la tasa de homicidios en México se mantiene en 29 casos por cada 100 mil habitantes a escala nacional. Dicha tasa de homicidios en México es 5 veces más alta que la registrada mundialmente y casi el doble de la reportada en América.
Desde pequeños aprendemos a resolver nuestros problemas a gritos, sombrerazos chanclazos, nuestro modelo de convivencia en los espacios familiares, escolares y laborales desagrega y confronta a las personas. Es decir, detrás de nuestras altísimas tazas de homicidios, está la manera como convivimos los mexicanos; esto es, mientras no modifiquemos la convivencia entre nosotros y aprendamos a dirimir nuestros conflictos de manera pacífica, y desigualdad social, no mejorarán nuestros niveles de seguridad ¿se entiende?
Hacer pensar a las personas que la inseguridad se acaba solo con más policías, patrullas, armas y toda la parafernalia que acaba con nuestros presupuestos, no solo es absurdo, sino muy peligroso, es jugar con fuego, porque formas a una sociedad comodina, ausente de sus responsabilidades. Una colega muy inteligente explicaba que querer atender el problema de seguridad solo con policías era tan ridículo como querer atrapar palomitas de maíz, una por una, saltando de una cacerola, en lugar de ponerle tapa y apagar el fuego.
En nuestro imaginario colectivo lo más natural es pensar que la inseguridad es producto de la delincuencia. Es cierto, en pequeña parte, pero además de la criminalidad, muchos otros factores producen inseguridad. Basta con preguntarnos a nosotros mismos que nos causa inseguridad en el día a día, estoy segura que muchas de sus respuestas no tendrán que ver con la delincuencia, sino con el perro suelto bravucón del vecino , la calle desolada y oscura por la que tengo que atravesar de mi casa al trabajo, los autos que no permiten circular a las bicicletas o peatones, el marido enojón que se burla y golpea, los niños que hacen bulling en la escuela, o los muchachos de la esquina que acosan en grupo a jovencitas que se topan en su camino, el control de los espacios públicos a manos del comercio informal y la desconfianza hasta en el vecino. ¿A qué voy?, sí, los delitos provocan inseguridad, pero muchas cosas que pasan en nuestra vida diaria y que nada tienen que ver con ellos, son los que nos provocan mayor conflicto.
Acto seguido, pregúntense ¿Cómo se resuelven estos conflictos en su colonia, familia, trabajo, o escuela o gobierno municipal? Para empezar ¿se resuelven, se les da importancia? O de plano a nadie le preocupan, aunque sean acciones que perjudican a toda nuestra sociedad; y finalmente ¿tienen confianza en las instituciones que pueden resolver estos problemitas? , empezando por papá, mamá, esposo, maestra y autoridades a los que les compete. ¿Ven, ahora creo que nos vamos entendiendo?
En el tejido social somos coproductores de inseguridad y desconfianza, cuando nos pasamos un alto, cuando no circulamos por la derecha o en lo hacemos en sentido contrario, cuando nuestro hijo genera un alto estado de ansiedad debido a los pellizquitos de pulguita, chanclazos y cachetadas, cuando esperamos angustiadas la llegada del esposo ahogado en alcohol porque querrá desahogarlo a golpes. Hace poco en un taller de seguridad preguntaba a los policías en cuál tipo de violencia recaían el mayor número de incidencias que atendían todos los días y no, no son ni robos, ni asaltos ni choques… todos coincidieron en que el mayor porcentaje recaía en la violencia familiar, esto es nuestros policías se la pasan todo el día y todos los días en auxilio a familias peleoneras que si no se atienden debidamente formarán hijos peleoneritos y hasta perros agresivos.
Bajo esta perspectiva, la siguiente pregunta importante sería ¿estas violencias se resuelven solo con policías? ¿O solo con un GEAVIG? la producción de seguridad y confianza pasa por la reconstrucción de la convivencia. Pobre, superficial e insuficiente es aquella mirada que identifica el combate a la delincuencia como la tarea central del gobierno para construir comunidades seguras. Por supuesto que se deben detener a los delincuentes, claro que necesitamos cámaras para vigilar y disuadir, definitivamente que son necesarias las patrullas, pero de su eficiencia solo lograremos que se detengan a quienes ya se perdieron por el lado oscuro como dijeran en una conocida película, pero no impediremos que la delincuencia siga aumentando mientras no cambiemos nuestra manera de relacionarnos. Y este cambio tiene que instrumentarlo la sociedad entera, organizada por la institución responsable: el Estado, en sus tres órdenes de gobierno y en sus tres poderes.
Cualquier gobierno entonces , que nos cuente que resolverá el asunto de seguridad con las mismas fórmulas caducas de siempre solo que con más equipo y policías , pongámosle tache desde el principio , más también pongámoselo a todos aquellos actores, ya sean autoridades educativas, ciudadanos o empresarios que exijan a los gobiernos seguridad, sin aportar lo que les toca para hacerla posible y finalmente tomemos nuestro espejito cual Blanca nieves y preguntémosle : espejito, espejito ¿qué hago yo para que cada día para que mi hermoso municipio sea cada vez mas o menos violento
Pero no solo aumenta, sino que loa homicidio son cada día más espeluznantes, “Antes la violencia no era así “escuche decir en un documental al fotógrafo más famoso de nota roja en México. El escalofrío que me recorre el cuerpo cuando me ofrecen los ejemplos, se multiplica una vez que rematan reconociendo de manera explícita o implícita que sus capacidades de contención están completamente rebasadas. Así no era la violencia y ante esta violencia nosotros nada podemos hacer, es la síntesis que al horror le agrega el más lastimoso desamparo. Y ante este horror solo cambiamos de canal para no seguirlo viendo, cual avestruces, pero el horror sigue ahí, creciendo, hinchándose con imágenes que ningún ser que se diga humano pueda soportar.
Si el problema no se ve, menos se le resolverá. Si así sucede, estos relatos de horror son solo el inicio. Amigos solidarenses ¿queremos seguir atrapando las palomitas de maíz que van reventando una por una, por el exceso de calor, o mejor le ponemos la tapa y le bajamos el fuego?