
En la actualidad, en este país, una “nueva normalidad” se construye, donde, no se nos informa cómo es ni qué debemos realizar para frenar la tercera ola. Mientras esto sucede, las cifras de contagios y muertes del coronavirus dejaron de sorprender. Hoy, son parte de la información cotidiana y rutinaria de algunos medios de comunicación. A muchos, ya no les preocupan. Está claro que con pandemia o sin ella, tenemos que seguir adelante.
Sin lugar a dudas, las decisiones económicas y políticas se impusieron a las sanitarias. Para muchos gobernantes de los estados de este país, fueron muy elevados los costos de tener a la gente encerrada. Los graves efectos que tuvieron estas resoluciones en el corto plazo los llevaron, con seguridad, a modificar las primeras estrategias y protocolos.
Un claro ejemplo es el que se vive en Quintana Roo, donde hasta este pasado martes, el reporte de la Secretaría de Salud estatal, fue de 224 nuevos casos de COVID-19 y el fallecimiento de 11 personas más. En tanto, desde que empezó la pandemia ya suman 52 mil 710 diagnosticadas con el coronavirus, de las cuales 49 mil 999 ya se recuperaron y tres mil 633 fallecieron víctimas de esta enfermedad. Al igual, siete mil 756 individuos permanecen aisladas y 333 en hospitales. Sobre el avance en la vacunación, se detalló que ya fueron aplicadas un millón 362 mil 512 dosis contra el COVID-19.
Si bien, en este 2021 no hemos vivido nada parecido al miedo e incertidumbre que experimentamos en 2020. La vacunación y los procesos naturales de ensayo-error modificaron el paradigma de lo que debe realizar la sociedad para reducir los impactos de la pandemia. Sin embargo la comunicación no ha funcionado como se esperaba.
La confusión sobre qué realizar para enfrentar al virus persiste en una parte de la población, la mayoría conocemos con cierta precisión las medidas elementales que es preciso tomar para no contagiarse, como son; la importancia que tiene el uso del cubre bocas, el lavado constante de manos, el estornudo “de etiqueta” y la sana distancia, entre otras cosas. Pero, llama la atención que a pesar de esa incertidumbre, seguimos en el color naranja, en lo que al semáforo epidemiológico se refiere, sin que nada contenga los contagios.
Hoy, muchos ya perdieron el miedo, un gran número de personas asumen los riesgos y los costos por no protegerse. La vida tiene que seguir, ciertamente. En especial, cuando el gobierno de la República asegura que ve próximo el ¨declive” de la tercera ola, a pesar de los registros con los mayores récords de contagio y se superaron los números del segundo pico de enero, apenas la semana pasada. Lo cual “permea” en los estados y principalmente en los destinos turísticos.
Por lo que, en este breve análisis, sin lugar a dudas, en la actualidad, estamos viendo una sociedad confusa, mal orientada o desinformada, la cual, con temor se paraliza y puede llegar a ser violenta e irracional y ocasionar mayores daños de los que hoy se pueden prever. Porque, la capacidad y la energía de la población, ahí está, pero debe conducirse con mucho cuidado. Algo que han dejado de realizar los tres niveles de gobierno, quienes tal parece le apuestan a ¿la nueva normalidad? que no es otra que ¿salir sin miedo?
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@LOTECL777