Por: Juan Sosa
El período posterior a una campaña política puede ser un momento crítico y delicado para cualquier sociedad, incluida Solidaridad. La respuesta de la gente a los resultados electorales, ya sea emocional, razonada o una mezcla de ambas, está profundamente influenciada por las preferencias electorales y experiencias de los últimos años. Este contexto es especialmente relevante para entender las tensiones derivadas del reciente proceso electoral en la localía, los desenlaces y la percepción de la gestión gubernamental.
Con lo antes mencionado, lo que más me ha sorprendido esta semana no son los berrinches de los partidos ni los vaivenes de ciertos actores políticos. Mi sorpresa mayor, sin duda fue, encontrarme con personas insultando a otras por el sentido de su voto. Lo cual, incluye a conocidos, compañeros de profesión, gente en círculos cercanos. Les ha sido muy fácil denostar y calificar peyorativamente a los otros porque fueron capaces de votar como la mayoría. Insisto, no son figuras públicas ni comunicadores, no son políticos ni individuos con cargos públicos; no es que estén defendiendo su hueso o algún contrato. Son sujetos comunes y corrientes.
Es crucial recordar que estar en desacuerdo es parte de la democracia. La diversidad de opiniones es fundamental para una sociedad sana. Sin embargo, cargar la culpa a quienes piensan diferente solo nos lleva a la irracionalidad y la división. Ahora más que nunca, necesitamos trabajar juntos para garantizar un futuro mejor, tanto a nivel individual como para nuestro país. Insultar a los que no comparten nuestras ideas finiquita el diálogo que se precisa. No es tiempo de pitonisas ni de regaños. En verdad, eso de poco sirve.
El período post-electoral en Solidaridad, como en cualquier municipio de Quintana Roo, puede ser un momento crítico para el riesgo de una sociedad de odio. La desilusión, la desconfianza, la polarización persistente y las desigualdades pueden exacerbar las tensiones de nuestra comunidad. Para mitigar estos riesgos, es esencial que las autoridades y los actores sociales trabajen juntos para promover la confianza, el diálogo, la inclusión y la justicia.
De ahí que la promoción del respeto y la comprensión es fundamental. Debemos reconocer que, aunque no estemos de acuerdo con los resultados electorales o las decisiones de otros, todos tenemos el derecho a nuestras opiniones y elecciones. La democracia se fortalece en el momento que podemos debatir y dialogar constructivamente, no cuando recurrimos a insultos y descalificaciones.
En conclusión, para construir una comunidad más cohesionada y resiliente, es vital abordar las causas subyacentes del odio y la división. Lo cual, incluye trabajar en la inclusión social, reducir las desigualdades y fomentar una cultura de respeto y tolerancia. Las autoridades tienen un papel crucial en esto, pero también cada uno de nosotros, en nuestras interacciones diarias, podemos contribuir a un ambiente con mayor armonía y consideración. Es tiempo de unión, no de discordia. Construyamos juntos un futuro donde prevalezca el sentido común y la comprensión. Invito a todos a reflexionar sobre nuestras acciones y palabras.