Sin lugar a dudas en la actualidad, las redes sociales, son herramientas potenciadoras que han cambiado la forma de hacer política en nuestro país, y más ahora que las nuevas y no tan nuevas generaciones de políticos y funcionarios públicos de todos los órdenes de gobierno, pueden interactuar casi en tiempo real con la ciudadanía. Los antes mencionados se identifican e incluso dirigen de manera particular sus acciones para que con esto, desde su óptica, y la de sus asesores, pretendan que la popularidad sustituya a la legalidad.
Entonces ¿habiendo tanta gente dedicada a la actividad política en este estado, como fue posible que los partidos tradicionales hayan llegado a ese punto de no tener a quien postular, empezando por no tener a dirigencias que puedan identificarse con la ciudadanía?
Por la razón mencionada arriba, las redes sociales se han convertido en este campo de batalla sin límites de ninguna índole, en donde en un afán de congratularse con el electorado que usa estos medios, se hacen y se dicen cosas e incluso se proyectan las carencias de quienes nos representan y de quienes lo intentan, abuzando de no solo de exponer su imagen hasta el cansancio, sino de llegar a la ilegalidad en un afán de ser popular, y así estar en gracia de quien pudiera interesarse en el personaje que abusa de estos medios sin más límite que la legalidad.