Por: el Politólogo/Elizardo Sánchez
“Cuenta la leyenda que hace poco tiempo los partidos políticos se podían diferenciar por el tipo de agenda-mensaje-proyecto de nación que tenían”. Actualmente, eso ya pasó a formar parte de un mito, ya que lo que importa ahora, es la eficiencia en la colocación del mensaje: los “likes”.
Cierto, anteriormente el PAN -el partido de la gente decente, así se hacían llamar- traía en sus propuestas la libertad de empresa, la protección de la familia -denominada tradicional-; incluso se les reconocía una doctrina política conservadora y liberal, con una posición ideológica en el ámbito del humanismo cristiano.
El PRD, por el contrario, propugnaba por la laicidad del estado y la política; desde la preservación y restauración del equilibrio ecológico, la erradicación de modelos depredadores de producción y consumo, hasta la soberanía de la nación sobre los bienes y recursos estratégicos y, por ende, el control legal del poder económico. Un partido de izquierda.
En tanto el PRI, en sus múltiples etapas, atravesó por el denominado nacionalismo revolucionario -bajar del caballo a la revolución-, la creación de instituciones, la consolidación del estado laico, el neoliberalismo social y llegó a coquetear con el estado de bienestar.
Eso era lo que ofertaban, eso era lo que los hacía diferentes y eso es lo que todos ellos han perdido: la identidad y el rumbo.
Hoy, todos, solo saben opinar de altos índices de delincuencia y de las modalidades de la misma, al grado de que las agendas se han acotado y se han vuelto monotemáticas y nadie ofrece alternativas.
No se malinterprete lo anterior (son muy importantes las soluciones) las opiniones solo importan en las mesas de los cafés, cuando son diversas, el tema es que la discusión de los partidos políticos se ha vuelto tan estándar que ya son irreconocibles las diferencias posturales entre ellos. Tal pareciera que están a la espera de que se genere, de manera espontanea, un iluminado que venga a sacarlos de ese punto muerto que han aplicado a la política nacional.
Mientras tanto, desde Palacio Nacional, alguien, con mucha picardía política les dice lo que tienen que discutir, de que se deben enojar, que defender y a quien atacar.
Y así, pues como…