Amargo fin de semana deportivo se vivió en el país, las hordas salvajes disfrazadas de aficionados hicieron de las suyas, como no se tenía registro; atacaron, no respetaron condiciones, géneros o edades y todo, como viene siendo costumbre, quedó registrado y difundido a través de redes y medios formales de comunicación.
El manejo que se le dio a esa noticia transitó, desde la incredulidad hasta el odio y la frustración con tintes de revancha. Demasiado odio estuvo bullendo, tanto en las tribunas, como en las redes y todo para desembocar, no en busca de una solución, sino en el escalamiento de las conductas antisociales.
Coros fáciles que pedían la defenestración del equipo de casa, su expulsión de la liga profesional y, en el colmo de la exageración, la expulsión de México, como coanfitrión del mundial 2026, forzando esta, mediante el grito de “eh puto” en el próximo partido eliminatorio -el cual, consideraciones aparte, nunca se ha gritado para defenestrar a algún sector de la sociedad. Cuestión de echarle una revisada al origen del grito-.
Diversas expresiones de violencia han encontrado vía libre en tiempos recientes; ya no paramos para reflexionar o tomar un respiro antes de proferir una ofensa o, de plano, cometer una agresión. Cierto que venimos de un encierro muy prolongado, para el cual nadie estaba preparado y mucho menos lo deseaba, pero ya debe ser momento de mirar hacia adelante y superar cualquier resabio de amargura que nos impida gozar el breve tiempo que tenemos en este plano. Miremos alrededor, hay mas por gozar que por sufrir.
La semana pasada comentábamos sobre las noticias falsas, las pos verdades y las mentiras profundas y estos días no han dejado de danzar frente a nuestros ojos con una cantidad desbordada. La guerra, invasión o conflicto que se desarrolla en territorio de Ucrania nos ha traído una serie de imágenes difíciles de procesar y mas de digerir: bombardeos a zonas civiles, tomas de instalaciones estratégicas, asedio a la tristemente célebre planta de Chernóbil, por un lado; por el otro, derribo de aeronaves de combate, eliminación de altos mandos militares, bloqueos económicos, retiro de inversiones, cierres de puertos y rutas de navegación… y lo cierto es que… no hay certeza de nada.
Hemos estado expuestos a expresiones heroicas, poéticas, trágicas y/o conmovedoras; hemos visto y oído expresiones artísticas y piezas oratorias dignas de las mejores causas, que nos alientan a apoyar -en la lejanía- a quienes sufren y padecen los estragos de la guerra, la cual no se le desea a nadie; pero, al mismo tiempo me tocó ver hoy, en un noticiero de televisión, avanzar a una formación de tanques de guerra (¿T90 o T34?) con banderas rojas que portan la hoz y el martillo, ergo, la bandera de la URSS; la cual, por cierto, cayó el 26 de diciembre de 1991.
Atentos a las noticias, pero mas atentos a la propaganda.
En cosas mas cercanas, en tiempo y espacio, la frase mas popular de estos días es de Marx, (Groucho) “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”.